Cuando la lucha por el Medio Ambiente sirve para reforzar el poder económico de las mujeres

Noticias | Publicado: 22 de mayo de 2019

“El más bello lago del mundo”. Es en estos términos que Alexandre von Humboldt calificó el Lago de Atitlán en el siglo XIX. El famoso explorador y geógrafo alemán había quedado subyugado por la claridad del agua y los paisajes encantadores de este lago, ubicado a 1,500 metros sobre el nivel del mar, en el corazón de Guatemala. El Lago de Atitlán, rodeado por tres volcanes y albergando varios sitios arqueológicos sumergidos, es un lugar siempre sorprendente para todos aquellos que lo descubren, y sigue siendo un lugar sagrado para las comunidades Mayas que habitan en sus alrededores.

Sin embargo, el lago más profundo de Centroamérica es también un ecosistema extremadamente frágil y vulnerable. Desde hace muchos años, la poca conciencia ambiental de la población local y la ineficiencia, por no decir la ausencia de infraestructura de recolección de residuos sólidos, han causado un deterioro progresivo de esta cuenca, la cual es vital para las comunidades vecinas. Todo esto constituye para el Lago de Atitlán una amenaza creciente de contaminación masiva cuyo impacto podría ser devastador.

Mediante su programa de cooperación voluntaria y desarrollo internacional Uniterra, el CECI trabaja desde el 2014 con varios socios dedicados a la conservación, preservación y protección del Lago de Atitlán. En este sentido, el objetivo es doble: ambiental – participando en la protección de una de las reservas de agua dulce más importantes de la región; y económico – implementando un sistema de manejo mejorado de desechos reciclables que empodera económicamente a las mujeres.

A lo largo de tres años, el programa Uniterra trabajó con la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca del Lago de Atitlán y su Entorno (AMSCLAE), instalando un proceso de tratamiento y manejo de desechos sólidos en varias municipalidades vecinas. Trabajando en estrecha colaboración con instancias de gobierno, los voluntarios de Uniterra han apoyado diferentes fases del proyecto Pro-Atitlán, desarrollando talleres y campañas de sensibilización con la población, ordenanzas municipales (incluyendo la prohibición de bolsas plásticas en ciertas comunidades), y herramientas de educación ambiental.

El actual proyecto “Atitlán Recicla”, que inició en el verano de 2017, se lleva a cabo en  continuidad del anterior, pero con un mayor alcance. Si bien se mantiene un componente de educación ambiental, cuyo objetivo es sensibilizar a la mayoría de la  población a la importancia del reciclaje de desechos sólidos, su objetivo principal es consolidar el proceso de recolección, clasificación y comercialización de productos reciclables.

Gracias al refuerzo de los lazos comerciales entre las comunidades indígenas, a la creación de seis centros de recolección de desechos sólidos, al establecimiento de alianzas, y a la negociación de contratos con el sector privado para comercializar el material reciclado, el proyecto Atitlán Recicla ha reforzado el proceso de apropiación local y el tratamiento de los desechos. Por otro lado, se ha reducido la contaminación del lago y se ha mejorado la calidad de vida de los habitantes, creando nuevas oportunidades de empleo e ingresos para las mujeres.

En la actualidad, nueve municipios del Departamento de Sololá (aproximadamente 150,000 habitantes) se benefician de este proyecto, financiado por el programa Uniterra y la Central America Bottling Corporation, una embotelladora privada. En esas comunidades, mayoritariamente indígenas del sur-oeste de Guatemala, se estima que la tasa de participación en el proyecto es del 70%.

 “En cada municipalidad se han creado grupos de mujeres y ellas son las que manejan cada etapa del proyecto, desde las campañas de sensibilización hasta la comercialización de los productos reciclables, incluyendo la administración de los centros de recolección”, explica Bárbara Rebeca Ajtujal Quiejú, Oficial de Promoción Ambiental de la Asociación de Amigos del Lago de Atitlán (AALA), el organismo líder y socio del programa Uniterra en este proyecto.

“Hay unas 130 mujeres, repartidas en 23 grupos, que se han beneficiado de las capacitaciones. Algunas de ellas visitan hogares, tiendas y escuelas para continuar el trabajo de sensibilización y recolección de desechos. Otras trabajan en los centros de recolección o dirigen las operaciones de clasificación, almacenaje y comercialización del material reciclable”.

A través de la AALA, se realizó la primera venta de material reciclable en marzo de 2018, equivalente a 40 toneladas de producto. En total, cuatro ventas han sido realizadas el año pasado, generando ingresos estimados en $20,000 dólares canadienses, una ganancia que beneficia directamente a las mujeres y a sus familias.

“Este proyecto es una gran herramienta de emancipación, comenta Bárbara Rebeca Ajtujal Quiejú. En primer lugar, las mismas mujeres incrementan su independencia financiera y, al mismo tiempo, ganan seguridad y confianza en sí mismas, gracias a las capacitaciones que reciben y a las responsabilidades que se les confían. Ellas ya no tienen miedo de tomar su lugar en la comunidad y emprender cosas. Por otra parte, para las más jóvenes, es una gran oportunidad de ir a la escuela, pues en mi cultura sólo pueden ir a clases si su madre tiene dinero para enviarlas … sin olvidar que los hombres toman conciencia que las mujeres poseen capacidades de realizar otras tareas que las que hacen normalmente. En ese sentido, el proyecto contribuye a cambiar mentalidades y a abrir nuevas puertas para las mujeres”.

Bárbara Rebeca Ajtujal Quiejú subraya el trabajo indispensable realizado por los voluntarios del programa Uniterra presentes en todas las etapas del proyecto, desde la recaudación de fondos a las campañas de sensibilización, incluyendo estudios de mercado y estrategias de comunicación, y se felicita por los resultados obtenidos.

A pesar de estos logros, la Oficial de Promoción Ambiental de la Asociación de Amigos del Lago de Atitlán estima que sólo se trata de una primera etapa. “Ahora que estas mujeres pueden acceder a un ingreso, hay que seguir apoyándolas, mejorando sus capacidades, dándoles las herramientas para que ellas puedan, por ejemplo, crear y administrar pequeñas empresas. Hay que ayudarlas a ser más fuertes y acompañarlas para constituir cooperativas, por ejemplo”. Las ideas no faltan. Y eso es muy bueno. Tres nuevas municipalidades del Departamento de Sololá integrarán el proyecto Atitlán Recicla en el 2020.

 


El programa Uniterra, implementado conjuntamente por el CECI y el SUMC y beneficia del apoyo financiero del Gobierno de Canadá, a través de Asuntos Mundiales Canadá.
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